Ante todo quiero pedir disculpas por el texto que ahora publico. Me tengo por una persona pacífica a la que no le gusta polemizar con nadie. Este no es mi estilo, en absoluto, pero me enorgullezco de poseer un apéndice nasal considerable, el cual, al ser tocado de manera insistente provoca en mí reacciones no deseables. Perdonadme, por favor.
Estimado señor Triste Romeo.
Reconozco que me he sorprendido al ver su comentario en el post anterior. He dudado si eliminarlo o dejarlo a la vista de todo el mundo para su escarnio público y mire qué cosas, he elegido la segunda opción. Acto seguido me he dado el gusto de responderle, pero teniendo en cuenta que le obligaría a contar hasta dieciocho, sin calculadora, he creído mejor para el bien de su funcionamiento neuronal, dejárselo escrito a la vista de todos. Me ha pillado generoso hoy.
En primer lugar me gustaría agradecerle que, en lo sucesivo, utilizase otro espacio para depositar sus residuos biliares. Es que luego se pone todo perdido y es un fastidio andar con la fregona de un lado para otro. Lo comprende usted, ¿verdad? Estamos en tiempos de sequía y no es cuestión de ir malgastando recursos.
Le doy las gracias por sus amables consejos. Como verá a continuación son del todo innecesarios por lo que no quisiera causarle una pérdida de tiempo. Seguro que el cultivo de su misoginia o su intolerancia le requerirán toda la atención del mundo. Yo, en cuestión de consejos, me quedo con los de mi madre. De momento, no me ha ido mal del todo haciendo lo que ella me ha recomendado. Es que mi madre es de las que ya no quedan.
De todas formas, y como cobro modesto a esta publicidad que se está haciendo a costa mía, permítame que le diga, aun a riesgo de parecerle un tanto prepotente, que se está equivocando de adversario. Menudo día lleva usted. La próxima vez infórmese un poco antes de exponerse a que algún “rojillo” le pueda vapulear. No es que un servidor de usted tenga el ego por las nubes, más bien al contrario, pero entienda que le faltan a usted unos cuantos yogures (no se los tome desnatados, que no alimentan tanto) y un poquito de información para que podamos establecer un debate con un mínimo de emoción. Le recomiendo que coja su estuche de Pokemon (a lo mejor el suyo es de los Teletubbies) con los doce plastidecor de colorines, la goma, el lápiz y el sacapuntas y atienda más en clase. Que luego nos creemos que podemos ir por ahí con cuatro reglas mal aprendidas. A ver si nos aplicamos más.
Dicho esto, pasemos a contestar su “amable” “escrito”. Vamos por partes, ¿le parece bien?
1.- Las misas me las sé hasta en latín medieval. Ya ve, yo de niño era un poco empollón. A pesar de ser de Ciencias todavía recuerdo aquello del “quis, quae, quod...” Si quiere, un día que los dos tengamos tiempo se lo puedo demostrar. Incluso una misa cantada si le apetece (que la música sea de Mozart, por favor). El Kyrie de la Gran Misa en do menor (K. 427) es espléndido.
2.- Sé lo que es una iglesia, un convento, un monasterio, una catedral, una ermita, una capilla, una sacristía, un templo expiatorio... También sé lo que es una mezquita o una sinagoga. Es que aquí donde me ve, aunque parezca poca cosa, tengo mucho mundo. ¿Sabe usted lo que es una biblioteca? ¿y un museo?
3.- Vamos a lo de las fiestas. Mire, el primero de Mayo, le explico a mis hijas por qué los trabajadores celebran ese día y por Navidad me pongo ciego de turrón. ¿Qué le parece? Se me olvidaba, el día del cumpleaños de mis hijas, cenamos fuera de casa, vamos al cine y el sábado siguiente al parque de atracciones. Si es que en cuestión de fiestas uno es un profesional.
4.- Del pequeño “affaire” que tuvo usted con morgana estuve puntualmente informado en todo momento. Lamento comunicarle que su metedura de pata es de tal calibre que acaban de decirme que en Nueva Zelanda han encontrado el cordón de su zapatilla. Espero que como mínimo se haya lavado los pies y se haya cortado las uñas, no es cuestión de ir causando conflictos internacionales por ahí. Ya que cita tan desagradable incidente, déjeme que le diga (y no se ofenda, hay que saber perder) que el repaso que le dio mi amiga la hechicera fue para enmarcarlo. Yo estoy por hacer postales y repartirlas entre mis amigos. No se preocupe, ya le pasaré la comisión correspondiente. Al fin y al cabo sin su incompetente colaboración hubiese sido imposible asistir a semejante baño.
5.- A lo que usted llama “censura” es a lo que las personas civilizadas llamamos higiene. Ya ve lo que da de sí el diccionario. Comprenda que hay lugares donde los insultos no están bien vistos y donde la agresión verbal no racional no tiene por qué ser tolerada.
6.- Por las razones dadas en los puntos anteriores considero, y seguro que usted también, que lo del ridículo, pues como que va a ser que no.
7.- No tengo el placer de conocer muy bien, como erróneamente afirma usted, a ese señor de tan pintoresco nombre. Tuve la desgracia que en un cierto momento se introdujo en mi espacio, sin venir a cuento, con intenciones no demasiado cordiales. Comprenda que esto no es Lourdes, que esto es Barcelona. Aquí no hacemos milagros. El “pa amb tomàquet” lo bordamos pero lo de aguantar sandeces no se nos da nada bien. No sufra, que le tratamos bien y le dimos de comer. Siguiendo el consejo de mis amigos, he borrado sus últimos comentarios. ¿Sabe qué me pasa? Que no me gusta que en mi blog se atribuya indiscriminadamente el oficio de meretriz a las madres de las personas (manías que tiene uno). Seguro que habrá entendido, como confío que usted también hará, que un servidor tiene cosas más importantes y edificantes que hacer que atender a las demandas de tan desocupado y rancio personal.
8.- Por lo que respecta a la calidad de su blog, no soy quien para juzgarla. A mí, personalmente no me gusta, pero eso, obviamente, no dice nada a favor ni en contra de ella. A título personal le diré que en mi modestísima opinión cuando el autor de un artículo confiesa públicamente que en lugar de escribir, “escupe”, pues no sé, uno sospecha que dicho autor como mucho puede aspirar a ser articulista de “El Alcázar” o a locutor de la COPE, pero a escritor medianamente inteligente me temo que no. Ya puestos también le diré que no me parecen nada apropiados los artículos en los que ridiculiza a las mujeres, ¿a usted sí? Se me antojan de muy mal gusto y poco respetuosos. Vamos, lo que vulgarmente se conoce como tener la gracia en el culo (disculpe esta licencia poética). Verá, es que aunque no se lo crea existimos algunos hombres que consideramos que las mujeres son iguales que nosotros (más guapas, eso sí). Ignoro si usted tiene pareja y si ésta, caso de existir, es femenina o masculina. Hágame caso y cambie de táctica. Así no se va a comer usted ni un rosco (gratis me refiero).
9.- Siguiendo los consejos que tan amablemente se me dieron en mi post anterior, con usted procederé de manera análoga a como he hecho con su camarada y por tanto eliminaré todos sus comentarios. Como podrá comprobar las personas que visitan este blog utilizan un lenguaje correctísimo y muy educado. Comprenda que es mi obligación procurar que dichas personas no se vean molestadas por semejantes derroches de vulgaridad. Al fin y al cabo ya tiene usted su blog para “escupir” lo que le venga en gana. Que por cierto, estoy intrigado. Si usted en lugar de escribir, escupe, tal y como confiesa, ¿no tiene una halitosis de caballo? A ver si va a ser eso lo que le pasa y de ahí le viene tanta mala uva. Mire que tengo entendido que la halitosis, las hemorroides y las misoginias crónicas son de lo peorcito que hay. Yo de usted iría al médico.
Venga y ahora tómese la medicación y salga a darle de comer a las palomas. Lo veo muy tenso. Recuerde llevarse la bolsita de plástico para recoger las heces que deposite en la calle, póngase el bozal y no asuste a los niños. Las mascotas pueden ser muy simpáticas pero a veces hacen de las suyas.
Que usted lo pase bien, señor. Dé recuerdos de mi parte.
* Mario, me he tomado la libertad de cogerte prestada la imagen. Espero que no te moleste. Gracias.