27 agosto 2008

Preguntas cuestionables

Mi peluquera está de vacaciones. Jo, tengo un disgusto. Con lo bien que me arregla las puntas.
En su lugar han contratado a una "becaria" que se encarga de barrer el suelo, abrir la puerta y cortarle el pelo a los pocos hombres que aparecemos en esa pelu tan chic a la que voy. Es más simpática.
El otro día, mientras adecentaba mi poblada cabellera, va la chica y me dice,

- ¿Te hago las cejas?...


Glups... ¡las cejas! Tras un ostentoso arqueo de las susodichas, le contesté que no hacía falta, que las mías ya las tenía hechas, que al nacer ya vinieron incluidas de serie y que, en el hospital, el único extra cuya instalación solicitaron mis padres fue el ombligo. Es que en el año 67 estaban de moda ¿sabes? Que es lo que yo me digo. Ya podrían haberse estirado y en lugar de pedir para mí un inútil ombligo guardapelusas, me hubiese hecho más ilusión el kit de contorneado cuerpo Danone, que me parece que lo tenían de promoción. Es que con lo vago que soy, en el gimnasio sólo he logrado modelarme un cuerpo Flan de vainilla y no es lo mismo.
Fíjate si era simpática la chica que al responderle esto, le dio un ataque de risa y empezó a decirme que qué guasón era y cosas por el estilo. Para mí que lo que quería era darme coba para ablandarme. De esta forma, como que soy un blandengue, conseguiría hacerme unas mechas y así meterme un sablazo en la factura con lo que ganaría puntos ante la jefa. ¡Menudas son las becarias!
Total, que como era de esperar, salí de la pelu con las cejas "hechas" y mis flamantes mechas. En casa, para despistar, digo que éstas últimas son canas, pero son mechas.

Y es que hay preguntas que no deben hacerse a según quién. Cada uno tiene sus manías y puede reaccionar de formas increíbles ante cuestiones como ¿qué edad tienes? ¿tu rubio es natural o de bote? o ¿estudias, trabajas o haces letras? En fin, lo normal. A mí, la pregunta más terrible que se me puede hacer es... atención, atención... ¿a que no hay güevos?
¿Cómo te has quedado? De piedra pómez, ¿a que sí?
Haciendo un pequeño paréntesis, no me negarás que es una faena que a la pobre piedra la descubriese el señor Pómez. Qué apellido tan vulgar, por favor. Si la hubiese descubierto el señor Rubia, la piedra, además de quitar callos ligaría un montón con las otras piedras y quién sabe, lo mismo hasta sería candidata a la presidencia de los minerales de los Estados Unidos. Sí, ya sé que este chiste aquí no hace gracia porque este blog es muy serio y respetable, pero si lo cuentas en una convención de geólogos, es que se tronchan, oye.


¿Por dónde iba? Ah, sí... lo de la preguntita de marras. Es que me pongo a hablar y se me va el santo al ladito de don Escrivá de Balaguer (¿eso era al cielo o al infierno?). A lo que iba, que decirme a mí ¿a que no hay güevos? tiene un efecto similar a darme una patada en los mismos. O sea, siempre acaba mal.
El otro día, sin ir más lejos, estaba yo en un pueblecito del Pirineo con mi familia y unos amigos. Paseando, paseando, fuimos a parar a una hípica. Según me informaron, una hípica es como un hotel para caballos, pero sin Canal Plus. Yo es que de bichos no entiendo. De piedras, pregunta lo que quieras, pero de bichos... Uf.
Total, que empezaron a decirme que si mira el urbanita de Tanhäuser que nunca se ha montado en un caballo, que al fin y al cabo, una hora a lomos de tan noble animal no es para tanto, que no será que te da miedo, que tus hijas te están mirando... Hasta que alguien dijo... "¿qué pasa, que no hay güevos?
"
¿Cuál fue el resultado?... Este:


La madre que parió a los caballos. Qué altos son los puñeteros. Y lo que se mueven los muy mamones.
El mío se llamaba Ciclón. Yo le pedí a la chica que los cuidaba si no tendría otro con un nombre menos agresivo, no sé, "Suave brisa", "Gandul" o "Que trote tu tía", pero la carcajada que me escupió me hizo sospechar que no me había tomado en serio. No sé, a lo mejor era otra becaria, quién sabe.
Al regresar de mi "maravillosa" excursión, fui recibido con vítores y loas de los mamonazos que me "obligaron" a lucir mi regio porte a lomos de tan brioso corcel. Me preguntaron si me dolía el trasero porque resulta que eso es lo normal en los novatos. Les respondí que no, que el mullidito cojín generado por mis restos fecales era muy confortable pero que me acompañasen a una tienda de pantalones y de calzoncillos porque me los tenía que cambiar. También les dije que el único cambio fisiológico notable digno de mencionar es que se me habían hinchado los... tú ya me entiendes. Qué esplendor, por favor. ¡Si hasta estuve tentado de hacerles una foto! Menos mal que al hacer pública mi tentación nadie me preguntó aquello de ¿a que no hay...? Uf, ¿te imaginas el apuro?

20 agosto 2008

Horror en Barajas


Hoy no nacerán nuestras palabras, sólo nuestros silencios.


08 agosto 2008

Ignorancia


Je ne sais vivre que dans ta lumière.


05 agosto 2008

Labyrinthus


He batido mi propio récord. ¡He conseguido salir de Ikea en dos horas, cuarenta y nueve minutos y quince segundos! ¡Y sin brújula ni nada!

Parte de bajas: una niña en la sección de mantas, una chancleta en la de cocinas y un trocito de mi paciencia en la de planchado. Afortunadamente, el estado de la niña y el de la chancleta no revisten gravedad. El de la paciencia evoluciona favorablemente aunque precisa atención.
Parte de altas: un jarrón horroroso, una planta que ya se me ha muerto, otra cubitera (esta vez amarilla), un mueble que ya montaré el año que viene y dos fiambreras.

La próxima vez iré equipado con mis patines y mi famoso kit "Tanhäuser, no me seas vago: toma las medidas antes de salir de casa". Verás como rebajo mi marca.

 

Sample text

Sample Text

Sample text

 
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...